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lunes, 3 de junio de 2013

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Existen este puñado de cosas que te cambian la vida. Cuando no tienes donde caerte muerto y entonces, en medio de la calle, encuentras el boleto ganador de la lotería. Cuando encuentras a la persona de tus sueños en medio de la lluvia, mientras esperas paciente a que pase el último autobús. Cuando después de haber leído tantos libros das con esa cita que cambiará tu percepción de las cosas para siempre:'Siempre fuiste un espejo terrible, una espantosa máquina de repeticiones, y lo que llamamos amarnos fue quizá que yo estaba de pie delante de vos.' Encontrar una vocación: Ser médico, astronauta, bailarina, cineasta, escritor, contador, músico. Pero existe una única situación en la vida, donde todo eso queda de lado, todas las cadenas de rompen; donde ese puñado de cosas no son nada sino fantasías, sinsentidos, cosas sin importancia. Y es que llega un momento en la vida, para unos antes, para otros después, en el que eres capaz de crear algo completamente tuyo, sin pedir permiso, sin depender de nadie. Un momento único en el que escuchas el latir de un corazón. Un corazón que creció en ti. Entonces prometes: Yo voy a hacer todo por ti, todo, toda mi vida, cada minuto, cada respiro: Siempre por ti, sea lo que sea, cueste lo que cueste. No cuidar algo así, no ser feliz por algo así, anteponer nuestros placeres al enorme deleite de ver crecer algo tan propio, a morir por él: Todo esto resulta ser para mi el puñado de cosas más tontas que hay sobre la tierra: Este puñado de cosas que, si se hacen, cambian la vida de dos para siempre, nos dejan a un lado, nos hacen ser solamente espectadores de nuestra propia creación.

lunes, 29 de abril de 2013

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Cada palabra que me sueltas con ese desdén, con ese desprecio, con ese cansancio, me recuerda donde estamos parados ahora. Cada una de ellas me sabe a cosas que jamás pasarán, a sueños en pausa; a cosas que no volverán. Cada vez que te cansas de nuestra situación, que gritas y desesperas, se rompe algo más dentro de mi y todo lo bueno que hiciste antes pierde su valor. Cada palabra de esas me deja aquí parada, preguntándome cuando fue que llegamos aquí y porque lo permití.

lunes, 4 de marzo de 2013

Y eso es todo amigos.

Las palabras, todas, ya las dijimos. Cada vez son más difíciles las vueltas atrás, cada vez es más difícil volver a ser lo que un día fuimos, eso que solo tú y yo entendíamos, cada vez vale menos la pena intentarlo. Ya nos sabemos la fórmula, la manera; sabes que puedes herirme de muerte y que, un día, sin saber como ni porque, te voy a perdonar. Esta vez, anoche, mientras decías todo eso que dijiste, algo se rompió dentro de mi; escuché como tronaba, como todo lo que eres para mi se hacía, poco a poco, casi morbosamente, pedacitos. Ahora solo me queda hacerte una lista de todo lo que te deseo, y que sepas que no es fácil entender que esto que parecía un espiral, tenga, al fin, un término. Deseo que jamás voltees para atrás. Deseo que jamás me extrañes. Deseo que siempre vivas creyendo que esto es lo mejor, que no eres para mi, que como dices tú, si después de tanto tiempo no has entendido, entonces no te concierne, deseo que siempre creas que nosotros éramos imposibles. Deseo que siempre creas que soy esa que te quiso, ¿Cómo dices tú? Desmedidamente. Deseo que nunca te arrepientas de no haber sido conmigo como fui contigo; deseo que no me quieras a destiempo y sin medida: Es más, deseo que nunca me quieras, que no quieras ni siquiera quererme. Deseo que encuentres a alguien que sea todas esas maravillas y sueños que tienes, que cumpla todos tus conceptos e ideas, que sea perfecta, paciente. Deseo que la encuentres y que sea ría contigo de todas las tonterías que a veces se te ocurren, deseo que sea capaz de entender ese lado obscuro que casi siempre te invade de noche. Deseo que encuentres a alguien a quien seas capaz de respetar y de no subestimar: Deseo que nunca me extrañes, en serio te lo deseo, que nunca te arrepientas, que nunca me tomes en cuenta. Deseo que sepas que esta vez lo lograste: Ya no te quiero. Ya no te quiero y ya. Eso, tajante o no, es así y punto. ¿Qué le voy a hacer?

domingo, 13 de enero de 2013

Puñeta Literaria.

Nunca me ha gustado la gente optimista. – Sé que es una aseveración muy fuerte para comenzar un relato, o lo que sea que llegue a ser, pero es la verdad. Nunca me han gustado esas personas que van por la vida diciendo que “somos dueños de nuestro destino” o “cada quien pinta su vida del color que desea”, que “somos ‘los arquitectos’, de nuestro camino”: Yo creo que hay factores fuera de nuestro alcance que determinan una gran cantidad de las cosas que nos pasan día a día. Libre albedrío, qué puñeta mental. Personalmente siempre he creído que vivo dentro de una “novela romántica” bastante mala, - casi adaptable al cine a una comedia protagonizada por Katherine Heigl, en la cual sufra despavoridamente por desamor-, personajes repetitivos, mal formados, villanos torpes, protagonistas chillones: Yo contra el mundo. Un drama semi-adulto con tintes adolescentes. ¡Consulte su cartelera! Una novela carente de epílogo, una película con sinopsis mediocre. Hay que entender también que esto no es una declaración donde afirmo totalmente que soy la víctima de la historia, muy por el contrario, es simplemente que me cansé de vivir en este espiral donde ya nada tiene pies ni cabeza y la única manera de externarlo fue esta. Los mejores consejos de mi vida los he encontrado como piedras en la cabeza en las páginas de un libro: Siempre atinados en momento y situación. Cuantas veces he querido citar a Jaime Sabines diciendo: "Esta es la última vez que yo te quiero, en serio te lo digo" o desordenar los tiempos verbales porque el amor es mucho, la desidia, la intriga: “Yo vieron subir la luna, o "nos me duele el fondo de los ojos", y sobre todo así "tú la mujer rubia eran las nubes que siguen corriendo delante de mis tus sus nuestros vuestros sus rostros."¡Qué ganas de tener la capacidad de sorpresa de Cortázar! ¡Qué ganas de caminar por Macondo! En cambio estoy aquí, buscando excusas en detalles que no servirán de nada, pensando que pasaría si dejara ir todo lo que tengo, soltar “los ganchos”, decir con mis palabras: “Debo dejar de fumarte, de beberte, de pensarte”, sin terminar diciendo “vete a la chingada”, qué ganas de entender porque no tengo la capacidad de sanar por mí misma, de cuidarme el corazón de ese montón de villanos mediocres mencionados anteriormente, ¡Qué ganas de guardar la dignidad para las personas que de verdad valen la pena! Todas esas cosas que los personajes de mis libros entienden, pero uno que respira en este mundo contaminado de montón de estupideces es solo capaz de entender cuando ya no vale la pena entender nada. Factores, luchas sin motivos, mediocridad emocional. Si pudiera describir al “actor principal”’ de mi comedia romántica diría que es un hombre inteligente, más no lo suficiente, totalmente talentoso en su rama, pero tan corto en la misma como lo es en sus sentimientos, un hombre que raya en lo miedoso de ser tan “precavido”, patán hasta la médula y totalmente encantador: De esos, conozco miles, he querido a algunos y tienes que creer cuando te digo que he llorado más de tres años por el “genérico intercambiable” de este grupo de muchachos que no me han llevado nunca a nada. Si pudiera describirme como “actriz principal”, diría pendeja empedernida enamorada de los casos sin remedio, chillona incontrolable, talento y horas desperdiciadas, señorita “puñeta mental”, ¡Una chingonería! ¿Dueña de mi propio destino? ¿Arquitecto de mi camino? Bueno, he hecho más por algunos de lo que han hecho por mí y seguramente tú eres una de esas personas “de luz” que me dirán que fue mi decisión, bueno, no lo fue, en absoluto, porque tú como persona que cree en las vibras, el universo y su conspiración deberá entender que hay personas que te chupan las ganas hasta de despegar los ojos en la mañana: Yo soy experta en estar enamorada de esos “vampiros energéticos”, pitos descarriados que nunca, jamás, hubiera elegido tener en mi vida, pero que mis palabras desatinadas, precoces y abrumadoras no han podido mantener a raya de la manera elegante, como la Dr. Violetta R. Smith diría en Diablo Guardián: “Yo debería estar diciéndote que soy maravillosa, pero como creo que tú ya te diste cuenta de eso, digo estas cosas para confundirte. Para jugar contigo. Para que seas mi muñequito”, o quizá “Pero no soy ingenua, insisto, soy quien soy: La oveja negra, la plebeya ambiciosa, la puta de este hotel, la bruja de este cuento. Ni modo de esperar que me pongas de princesa, ¿ajá?”, pero de cualquier manera que lo diga, a este punto de mi vida, lo único que me gustaría es que alguno de mis héroes literarios escribiera: ¡Vete mucho a chingar a 20! Para así poder citarlo con total comodidad, sabiendo que dije algo que una genialidad de persona dijo antes. Espero que esto, al igual que a mí me pasa a veces con otros escritores, a ti, querido lector, también te pegue como una roca de 500 toneladas en esa cabeza tuya que muy pocas veces te he visto usar para pensar cosas inteligentes que no te dejen ver como el actor principal de esta comedia romántica de la cual acabo de realizar una espléndida sinopsis.

viernes, 4 de enero de 2013

Necesidades básicas: Ellos.

Disfruto de una sonrisa grande y una risa que corte el viento, fuerte, feroz. Unas manos firmes y limpias, que den seguridad, pudor y ganas. De unos labios grandes, de una voz que diga lo que piensa con determinación, respeto y orden, de una conversación acalorada, una discusión fundamentada; de la paz de una charla amena, de una llena de tonterías bien pensadas. Disfruto del talento, la seguridad, la calidez. Un hombre capaz de llenar su propio tiempo y espacio, sin vacíos, celos ni achaques. De la seguridad, el auto-control, el auto-reconocimiento y la confianza en él mismo. Disfruto del hombre risueño dueño de una canción favorita, una película, un poema, un libro, un color, una comida, una fragancia, un lugar. Disfruto del hombre que no compite con su mujer: Qué complementa, participa, enseña y aprende, del hombre equitativo, respetuoso y altanero. Disfruto del hombre capaz de lanzar un sarcasmo, una lágrima. Al hombre con desdén y determinación. Con superación, letras y cerebro. Disfruto del hombre activo, rápido, bien vestido. Del buen cuñado, del buen nuero, del nuevo amigo. Disfruto del hombre curioso lleno de preguntas y de respuestas. Amo al hombre que pregunta el ¿Por qué? y responde al ¿Cómo? Disfruto del hombre lleno de sorpresas, al que puede caminar en la lluvia y al que igual toma café o cerveza; me gusta el hombre con clase, verborrea, manías, ascos, mitos y leyendas. Prefiero al impertinente que al inseguro, al pedante que al débil. Disfruto del hombre capaz de crear una revolución en mi sistema, en mis hormonas. Al que te dirige por la calle, al que jamás discute por una tontería, al que ríe con cinismo, al que habla con los ojos: ¡Jamás a un hombre haciendo un berrinche, una escena, jamás a un hombre que grite, que me deje llorar! Disfruto de los hombres totales, completos, ajenos al drama, al control de mi tiempo y mis compañías. Disfruto a los hombres y he de decir que me encuentro perdida en esta sociedad que los ha dejado desarrollar ridículamente su lado femenino: ¡PERDIDA!

domingo, 30 de diciembre de 2012

Mío.

Me gusta buscarte entre el desorden de mis ideas y mis horas, perderme en los recuerdos vagos de tus manos entre las mías, viajar a través de esas ideas confusas que me genera tu existencia: Pensar que somos necesarios, infalibles, destinados. Me gusta pensarte, saber que hay un momento en la historia donde hemos sido tú y yo nadando solos en el caudal de nuestro cariño; me gusta creer que me quieres, pensar en esa poética adrenalina que me provoca que me rompas el corazón: Me gusta pretender que a veces yo también te lo rompo y que también te duele soltarme. Me gusta tenerte miedo y pudor, hablarte con los ojos, mojarme los labios buscándote una sonrisa, me gusta pretender que me molesta que me toques. Me gusta creer que respetaremos nuestro pacto. Creerme necesaria, oportuna, añorada. Me gusta quererte por quien eres y no tener ni una sola razón más. Más me gusta que nadie lo entienda, solo tú. Me gusta cuando reconoces mis gestos, tus pretextos para tocarme me gustan también. Tu patanería, tu verborrea, tus ganas; todo me gusta. Me gusta pensar en el futuro, en el ya pasará, me gusta hacerte enojar, dejarte con las ganas, sonreírte coquetamente, me gusta que pienses: ¡Hija de la chingada! Me gusta que bufes de desesperación, impacientarte, amedrentarte, volverte casi loco y reírme después. Me gusta la forma extraña que tienes que quererme. Saber que jamás seremos tú y yo, me gusta saber que no soy yo, que eres tú; me gusta cuando lo dices y como abres los ojos cuando me explicas las cosas. Me gusta el tono de tu voz cuando hablas conmigo, me gusta que me gustes, después de tantas cosas, de tanto tiempo. Me gusta escribirte. Cuando somos cínicos y nos contamos una travesura con dos miradas, cuando entendemos que, como dices tú, nadie, jamás va a entendernos, solo tú y yo que sabemos decir: Para eso me gustabas. - Susana de la Torre.

jueves, 13 de diciembre de 2012

Y lo demás no rimaba.

Vivir con un nudo en el estómago; es que estar contigo es como intentar dejar de estar borracho: Uno por uno, un paso a la vez, un suspiro a la vez, una lágrima a la vez, una sonrisa a la vez: Un tú y yo que no dura todo el tiempo. Hay tantas cosas que quisiera que salieran de mi boca cuando estás frente a mi, cosas buenas, no te vayas por el mal camino de las ideas; hay tanto que quisiera decirte, sentirte, tanto que quisiera vivir contigo. A veces me despierto deseando que me necesites, y cuando me necesitas me siento tan débil, tan pequeña e insatisfactoria: Llevo siglos parada en el mismo lugar y la arena no deja de moverse y luego tú. Tú y tus sonrisas fáciles, tus ideas simples, sin penas ni tapujos, tú y tus ganas de ver y de sentir cosas que yo me cansé de hacer jirones dentro de mi. Tú y tus ganas de dormir y a mi que me escupe la cama, tú y tus ganas de correr y yo con los pies cansados de pelear con esta arena que no se cansa: Volvemos a la arena, al hoyo, a los pobres saltitos de mis pies por llegar ahí donde da mucho la luz. Y tú sabes que te amo y el pánico que me ocasiona. Y luego vienen mis ganas de correr y tus ojos llenándose de dudas, luego las manos lo resuelven todo, las palabras se quedan ahí, esperando el momento menos indicado, inoportunas como siempre; las mías más. Luego te digo que todo esta bien mientras me duelo de las entrañas pensando: No te vayas, no te vayas. Y esas ganas de sentirte en el lugar correcto te juro que me carcomen las yemas de los dedos, estas ganas de soltarte en la cara y que lo entiendas: Quiero estar contigo donde estés, como estés, cuando estés, ¿Estás ahí? -Susana de la Torre.